la observaba allí, tumbada como un ballenero atracado en puerto, enorme, oronda.
sus brazos gruesos, con un hoyuelo en lugar de codo, las piernas robustas, sobresaliendo por el camisón blanco, pies pequeños, dedos de niña, casi como de china, apostaba, desde esa posición, sentado sobre la cama, que uno de esos ataúdes enanitos de niña china podrían hasta incluso caberle.
miró su cara, hundida en la almohada, con el pelo rubio, - precioso, la verdad- , y rizado, esparcido por la superficie; e intento apartárselo.
- mmmm
- duerme, es aun pronto, son las las 7.
- ss...íí, ..co..mo...mmm (intento sentarse sobre la cama y el colchón dio un vuelco) coomo mis padres no están, podríamos ir a algún sitio...
- ¿dónde quieres que te lleve?
- no sé, ¿al lago? compramos comida y comemos en el lago ¿te parece?
- vale, está bien, me ducho, nos vestimos y nos vamos.
terminó el cigarrillo mientras ella se vestía, se quitaba el camisón blanco algodón 100%, cosecha de los regalos de su madre, que se le pegaba al cuerpo como un capullo de seda sin poder disimular su embarazo de 7 meses, y su sobrepeso de 100 kg.
mientras se duchaba pensaba en las pecas de ella, pecas marrones, por toda la cara, pardas, como la cola de un zorro.
la espalda era un enorme montículo de leche carnificada, pero ni por asomo una peca, ella le decía, vamos, cuéntame las pecas pero no había ni una, así que él se las dibujaba, ¿qué otra cosa podía hacer?
un día intentó ver hasta donde podía dibujar, y se quedó dormido, le pareció hasta romántico, totalmente estúpido por otra parte...dibujar pecas...lo había leído en algún lado, contar pecas, pintar pecas, unir pecas.... las pecas debían ser místicas, o telequinéticas, o algebraícas, unir cuerpos, almas, destinos, tener sentidos, decir algo, todas las chicas bonitas tenían pecas, tus pecas se rien al hablar - había oído en alguna ocasión - el sol te pinta pecas...quizás era una tremenda tontería, seguramente..
ella decía cosas así, cuéntame las pecas de la espalda, escríbeme algo, leemé la planta del pie, claro que ella no se había visto la espalda en la vida, ni sabía escribir un texto decente, y menos llegaba a "imaginarse" su planta de pie, pero eso no importaba, lo que le pidiera estaba bien, él era un corderito manso entre esa mole de carne que parecía no tener huesos ni término medio.
mientras tomaba el café recordó la noche que la conocío, estaba borracho, ella también, incluso más, decía que era vikinga y llevaba dos trenzas rubias.
al cabo de tres horas de cruzar palabra eran una mole de cemento y sudor, donde un brazo empezaba en la pierna del otro, y las cabezas pasaron a tener dos pares de orejas, mezcladas con una espalda saliente y los dedos rozando, y el cuello de vuelta, y los dientes a dos y las plantas sin tocar suelo ni sábana ni caricia de aire..
nunca en la vida había visto una mujer más atlética que a primera vista se moviera tan lento normalmente.
así era angélica, por la mañana, un armatoste de 100 kg, blanca como un merengue, lenta, pulcra, glotona, desesperante y niña; luego era rápida, blanda, etérea, roja y rizada.
él a veces se sorprendía de cosas que hacía, siempre, en la cafetería, cada vez que iban al lago a comer, cuando los padres de ella, una vez al mes, los dejaban sólos.
angélica finjía que no lo conocía, que era un marinero perdido en tierra, se acercaba a su mesa, con la comida comprada, los bocadillos aplastados entre sus brazos y el jersey azul que traslucía la camisa abrochada hasta el último botón, pedía asiento, lo tomaba, moviendo toda la mesa con peligro de terremoto, cruzaba las piernas, entornaba infantilmente los ojos verde gata, apoyaba la mano en el mentón y preguntaba, cortésmente, ¿de dónde viene usted? jugueteando con los pies bajo la mesa ante su atónica mirada.
al levantarse lo tiraba todo; la mesa se le quedaba l-i-t-e-r-a-l-m-e-n-t-e enganchada entre el hueco de la silla, su cintura y sus pechos, (enorrmes ubres mastodónticas).
cuando corría se ahogaba, ......pero insistía en correr; trepaba a los árboles como una ardilla, ......acababa por partir las ramas; cuando le enseñó a andar en bici ¡dobló tres sillines!, pero no paró hasta subir cuesta tras cuesta ( con el ahogo pertinente), tenía tan poco fin como principio.
su tamaño nunca había importado, era una walkiria, una dama blanca, lo inhundaba todo, lo desbordaba, ¡le desbordaba!.
cuando iba a decir algo, pastaba las palabras, como una vaca que masca la hierba, poco a poco, entre su lengua y decorándolo con el timbre adecuado, presentándolo y carnificándolo en verbo y mostrándolo con una labialidad perfecta, y entonces, simplemente, se hacía verdad.
y fueron a comer; aquel día él era un piloto de la II guerra mundial, viudo y con tres hijos que acababan de quedar huérfanos; ella, una enfermera de paso, que venía de servir en el frente.
una vez más, se sentó delante, está vez alarmada por su cara de pena, que cada vez era más y más latente, relatándole lo mucho que quería a su esposa daphne, maestra de parvulario, hacendosa donde las haya, - bueno, hubiera, corregía cada vez los verbos - y angélica le agarraba la mano, así, como en un velatorio, mirándole con devoción santa, casta y pura, y le prestaba su pañuelo ( bordado al bies con dos caballos de mar y una sirenita) mientras él se le besaba la mano.
sus hijos, claro, andaban con una tía lejana y él se había enrolado en el ejército porque sólo esperaba morir de pena....
- diosss invéntate algo más original, la muerte por pena ya salió el mes pasado.
- no, era por envenenamiento
- el envenanemiento venía motivado por la pena, recuerda que se moría tu madre e intentabas envenenarte, por eso estabas aquí, porque habías venido de vacaciones para curar tu dolor.
- jajaja que memoria, ¿recuerdas todos los argumentos?
- bueno, todos no, pero la mayoría sí, no me gusta repetirme, además, no te imagino con uniforme.
- ¿ah no?
- no, no encajas en uno, tienes las piernas demasiado largas y detestas la autoridad, casi tanto como a mi padre.
- no sé que andas sacándome faltas, usar un pañuelo...., ¡sólo te falta un vizconde! y no detesto a tu padre, él me detesta a mí
- no bueno, no es tanto así, siente que me perdió por tí, es normal, la única hija, ya sabes, él quería un hijo, todos las padres quieres procrearse a sí mismos en sus hijos, sino los odian porque tienen miedo a morirse sin ser como quieren y siempre se dan cuenta que no son como quieren.
tú también querrás ser así algún día, como tus hijos, y hacer lo que no pudiste en ellos, aunque suene horrible, o yo quizás.... y luego darás vueltas en un parque y te preguntarás que haces mal con tus hijos porque te lo habrás preguntado tantas veces en tu vida y serás viejo y te irás a morir, y preguntártelo una vez más dará tanto miedo que poner la palabra hijo es una forma de traspasar el miedo....pero bueno, ahora comamos, que estoy inánica! vamos!!!
- cuando hablas así me das miedo...
- ¿así como?
- así, tan seria, de la muerte y de cosas de un futuro que no sabes, y luego me mandas comer.
- bah, no digas tonterías.. sólo divagaba.... no me hagas caso, vamos, ¡tengo una idea!!!!
y lo agarró del brazó, tiró con fuerza llevándose la mesa entera y sus piernas demasiado largas para un uniforme, mientras él miraba y se reía entre asombrado del desastre, de su ligereza, y de su alegría vital inabarcable.
- ¿inánica?, ¡pero si te has llevado la mesa entera porque no cabes en ella loca mia!
- ¡cállate! ¿no ves que tu hijo tiene hambre? no para de patalearme, o quieres matarlo también a él de inanición ( mientras se giraba y le güiñaba un ojo y le lanzaba un beso), ayer nadie hizo bollos en casa y odio desayunar sin bollos.
- caprichosa.
- asesino.
- bah, eres imposible, ¿hacia dónde vamos?
- ven, recuerdas esa casa que había a lo lejos, ¿la última vez que fuimos?
- sí.
- bueno, ahí.
- ¿hasta ahí? hay 3 km por lo menos y es una cuesta, estás chalada!!!
- ves, por eso debí desayunar bollos ayer, necesito combustible!! adelanta vago, también necesito comida hoy.
- ...... ¿estás segura de que podrás?
- claro
- pero estás de 7 meses....., ¡¡¡no puedes andar una cuesta de 3 km, te vas a poner a parir aquí mismo!!!
- noo, no voy a comer ahí arriba con un crio saliéndome de las piernas, no es la mejor manera de comer tranquila, además hace buen día. adelante, capitán!
y comenzaste a subir la cuesta, como un jefe vikingo, como un emperador romano, la galia entera en tu cuerpo apresada, los ejércitos de la europa entera, caminando en escuadrón-
el viento te movía la falda, te la levantaba. piernas blancas, rosadas, tersas, dulces y suaves, y tu cara al frente, esa nariz tan chiquita, ese faro de alejandría que comandaba tu expedición nuestra expedición, con tan poco sentido como algo en algún momento.
sintió que era feliz, aunque no sabía porque, quizás por no esperar nada en ese momento, sólo seguía hacia adelante, con una mujer de 20 años, un hijo por nacer y absolutamente nada que ofrecer.
estúpida, pensaba, que adorablemente estúpida eras entonces, subiendo, vaca frígida, mole de carne, tu tozudez de mula ingrávida, mae west de pueblo vikingo, madre de purgatorio, asesina que fuiste, que divina.
los primeros metros, con tu crin que yegua cebada, yo detrás, maravillado, te cogía la mano, te daba besos, tu no subías, escalabas, con tus diminutos pies, todo lo podías, no te rendías, si querías algo, lo tenías, una promesa, se cumplía, un sueño, lo arañabas, un hijo, lo engendrabas.
jadeabas y subías, algo no marchaba bien, te costaba respirar.........estás bien An? síí, sólo que............ hace calor no ? bueno, no demasiado. estás muy roja, descansemos un poco.......no, está bien, puedo, se hará tarde.........vamos no seas testaruda............no lo soy, no me trates como una inválida!!!.........dios me mata a patadas......... mira, no para, pon tu mano....
y era cierto, estaba inquieto, entre jadeos ella sonreía.
- túmbate, descansaremos, te estás ahogando, hemos subido casi la mitad, estás sudando, para anda...
- bueno quizás sí, no me encuentro muy bien.
- ¿qué te pasa?
- no sé, se mueve mucho. demasiado.
- ¿demasiado?
- si, no es normal, me duelen los costados.
- ¿te duelen?
- sí, espera...
se tumbó y empezó a ponerse blanca
de blanca pasó a desteñida, y de ahí a transparente.
un río púrpura salío de esas piernas, angélica, y un hígado con piernas y brazos se murió contigo a 3 km de dónde te conocí y ahora ya no hay moles de piernas, testaruda obesa, ni nada que no sea imposible, y luego se cumpla.
que adorable eras, enorme grasa de deseos, eras tan grande como mi felicidad entonces, y te la llevaste con tu sangre, litros y litros de cosas, cayendo, despeñándose por kilómetro y en medio de pendientes, aislada, sola, una carnicería de pensamientos. desde entonces ya no como carne, sería demasiado hermoso poder comerte de nuevo.
y no te quejaste.
sabías que te morías, y me mirabas, así, tan tierna, me decías, te pongo perdido, y yo decía, idiota cállate, te estas muriendo!!! quieres hacer el favor de callarte joder, y lloraba y gritaba y te hacía un torniquete con la camisa y otro con tu jersey y embutía tela entre las piernas y tú me mirabas.
a veces, cerrabas los ojos, te sacudía, volvías y mirabas.
me intentaste dar un bofetón, cuando en voz baja dije, muérete ya, y no sufras.
....pero creía que no me oías....
que cruel fui, pero estabas toda llena de sangre, y te frené a mano; ojalá me hubieras pegado, y con la voz bajita me dijiste, prefiero sufrir, pero no irme, ¿qué si me voy que seré?
y, saca el pañuelo soldado, y quítale la sangre a esta dama de la cara.. ( y eso era peor que lo de la mujer del soldado muerta y te tomaste la revancha....) como te quise entonces...
y eras una matadero, con el pelo de una bruja sanguinaria, mi bruja sanguinaria, con su hijo muerto al lado....mi niña de pies chiquitos como ataúdes, que subió descalza y bajo metida en uno.
te ví al irte del cementerio, no dijiste nada en todo ese rato...echaba de menos tu voz, pero me hablas tan poco, ahora, ...aquí....me miras, y te quedas quieto, y yo no puedo hablarte desde aquí, aquí abajo hace frío, como el frío de los vikingos, sí seguro que te acuerdas de aquella historia absurda...
no sé porque subí allí aquel día, tenía miedo, sabes, no era todo siempre tan fácil, y decía, hacía tantas cosas, pero les tenía a todas miedo, pero era la posibilidad de hacerlas lo que las hacía posibles, todo son probabilidades, pero una sóla probabilidad ya la hace posibles.
en realidad yo sabía que iba a morir, aquel día, aquella mañana, nunca te dejé ir al médico, y siempre preguntabas porqué, te decía, ¿es que crees que no puedo ir sola? y me llamabas imposible, te hacía la burla y las últimas semanas intenté que no pudieras venir.
sabía que iba a morir, por mi peso, mis pies no soportaban mi peso, y el niño se ahogaba, el líquido, dentro de mí lo ahogaba, es congénito, me costaba andar, por eso lo hacía todo tan despacio, el niño moría, yo me apagaba, pero no podía decírtelo, eso no, prefería que me vieras escalando esa montaña.
orgullo estúpido, claro, pero en niño hubiera muerto igual, yo también, prefería morir con una parte de tí dentro, una mañana, llevándome una mesa por delante, tres, cuatro, veinte, daba igual, un día cualquiera.
morí feliz, todos mueren, lo importante es lo que haces mientras te mantienes sobre tus pies, sean como sean, ellos también morirán.
una vez, me di la vuelta en la cama, tú dormías, y las sábanas estaban llenas de manchas, te miré y no tenías marcas de nada, pero yo si tenía la espalda manchada, al tocarme me lleve tinta con la mano.
entonces lo ví, te ví ahí, tan flaco, con la luz de frente, y todas las sábanas llenas de diminutas manchas pintadas para mí, las hiciste porque no las tenía, algo tan tonto, sólo para mí, alteraste la naturaleza, la lógica, la biología, el arte, te alteraste el sueño y me alteraste a mí.
y fui feliz.
¿qué felices eh?.......sí